Nos llamó la atención comprobar que todos los meses, desde hacía muchos años, pagábamos a plazos 2.400€ por “trabajos realizados” sin presupuesto, al único albañil que entraba en la comunidad.
Como no sabíamos cuanto debíamos aún, nos reunimos con él enterándonos, en ese momento, de que no existían presupuestos porque “era imposible hacerlos sin que alguien saliera perjudicado.
¿Acaso sabía él cuanto iban a tardar en hacer un trabajo?. ¿Y si se le daba mal y se les complicaba tardando más horas de las que había calculado?. ¿Y si por el contrario tardaban la mitad……….?".
Por ese motivo, hacía sus cálculos aproximados “a ojo, por horas echadas” de dos personas. Las suyas, a precio de “ingeniero nuclear”; las de su hijo, como “ingeniero asistente” y, en ese momento, se lo comunicaba verbalmente al portero.
Como la deuda contraída por trabajos realizados nos resultó similar a las cuentas del Gran Capitán, aún nos quedaban por pagar 22.000€, en cierto modo lo justificó por el pago aplazado, por el que, lógicamente, nos cobraba algo más, según decía, para que le compensara el tiempo que tardaba en cobrar, ya que él nos financiaba, y sin interés, solo por el cariño que después de tantos años de relación, le tenía al portero y a la comunidad.
Tardamos dos años en quitarnos la deuda, pero este buen hombre, nunca entendió por qué motivo necesitábamos presupuestos por trabajo realizado, cuando él solo cobraba por horas reales trabajadas.
CONSECUENCIAS:
Dejamos de pagar en efectivo y aplazado. Se estableció pedir al menos tres presupuestos por trabajo a realizar, a diferentes proveedores y se elige el que ofrezca mejor relación calidad/precio así como garantía de obra, intentando hacer valer ésta, en caso necesario.