Aunque
parezca fruto de algún guionista de ”Aquí
no hay quien viva”, la realidad vivida
como una pesadilla, superó con creces a la ficción.

Tras dos
largos e interminables años en los que, circunstancialmente, todo el entramado
saltó por los aires, (evidenciando que cualquier capítulo de cuentas, por
inverosímil que pareciese, era susceptible de padecer fugas), surgió una época
desconocida en la que, a base de un control riguroso de gastos, facturas, pagos y cobros, se
logró, con la misma cuota y sin derramas, pagar la desorbitada deuda que
teníamos (78.000€), asumir lo que nos debían (que nunca recuperamos), realizar obras de mantenimiento y mejoras y gozar de cierta liquidez económica.
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