En nuestra comunidad, la piscina siempre ha
sido la
“Joya de
la Corona” hasta tal punto, que ya se puede hundir la urbanización entera que
no pasa nada ¡que se hunda, ya se levantará!, pero si no funciona la piscina….
es como si se muriese Dios.
Es muy grande y los
costes de cloro y productos para mantenerla en verano, eran súper elevados.
Tanto, como para que en el año 2003 se llegasen a pagar 4.704,93€ con un talón al portador, presentando
como factura, una nota de
entrega.
El verano de 2004 que
nos tocó estar en la Junta, como es lógico, pedimos presupuestos para intentar
abaratar esos costes y como no teníamos ni idea, ni de productos ni de
cantidades, ni de precios, acudimos entre otros, al que tenía fama de ser el mejor y el
más caro, para desde él, hacer una valoración general.
Nos quedamos
petrificados.
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"factura" productos piscina |
Todos los presupuestos
de mantenimiento que solicitamos, eran muchísimo más baratos que lo que
gastábamos en cloro. Y para más inri, el más caro, nos cobraba 2.552,76€ menos, de lo que lo habíamos pagado el año
anterior. Además, cuando nos entregó el presupuesto, justificó el precio con
los servicios que aportaba y las garantías que ofrecía, entre ellas, un seguro
de responsabilidad civil de 300.000€.
Para empezar, vaciaban y
nos limpiaban la piscina; ponían todos los productos que hicieran falta, cloro,
diatomeas, antialgas, etc…. Dos veces al día se desplazaban a la instalación (a 20 kms de distancia) a
medir el ph; al finalizar la temporada, la dejaban preparada para el invernaje
y nos lo hacían todo por 1.855,32€ más IVA, es decir 2.152,17€ con su IVA incluido.
Obviamente lo aceptamos.
Contratar a la mejor empresa de mantenimiento de piscinas de la comarca,
ahorrándonos 2.552,76€. ¿Acaso podíamos decir que no?.
Sin embargo, ese pequeño
detalle nos creó un gran conflicto con un vecino que manda mucho y al que no le
gustó nada que cambiásemos de proveedor.
Una tarde, pilló a dos
miembros de la Junta y les preguntó qué pasaba ese año con el cloro que aún no
había llegado.
Ellos, ¡claro!, tan
contentos exclamaron:
.-¡Eso sí que es
fuerte!”. Si no ha llegado, ya llegará. No te preocupes que antes de abrir la
piscina estará aquí el cloro.
.-¡Sí!, pues contadme.
¿Qué lío os traéis con el cloro y qué habéis hecho con los bidones que cada uno
cuesta una pasta y no están en su cuarto?.
.-No tenemos ni idea de
los bidones, le respondieron. Pregúntale al portero.
En cuanto al cloro, este
año vendrá otra empresa que nos cobra muchísimo menos, bueno, tanto como 2.500€
menos.
El vecino enfureció y
comenzó a decir, que si el agua de la piscina tenía que estar impoluta, sin
gérmenes y para eso hacían falta “muchos productos”. Que solo la empresa del
cloro era de confianza porque nos llevaba sirviendo “toda la
vida”. Que si
íbamos a tener problemas de alergias y más de uno se iba a intoxicar. Que
quienes eran ellos para cambiar nada. Que lo barato sale caro y ya veréis
cuando os traigan la factura final, porque esa gente no tiene ni idea de lo que
chupa esta piscina. Que devolvieran los bidones porque él iba a llamar a la
otra empresa y traería el cloro…… Soltaba
todo y más de cuanto se le ocurría para meter miedo, sin darse cuenta de la retahíla de despropósitos que salían de su boca.
¿POR QUÉ NO TE CALLAS?
Los de la Junta, que tan
contentos estaban con el ahorro monumental que habían conseguido, no
comprendían el desquiciamiento que a este vecino (del que solo sabían que le
gustaba mandar mucho), le producía el cambio de empresa de cloro y sus envases
y, tan alterado le veían, que no sabían qué decirle.
En este desconcierto
estaban, cuando apareció el hijo del portero antiguo preguntándole a voces, qué
problema tenía con los bidones, porque eran suyos y se los había llevado.
¡Lo que le faltaba!. El
vecino que manda mucho se le encaró y el hijo del portero, comenzó a decirle:
.-¡Cállate, X, cállate. Que estás mejor calladito…..C a ll a t é…!.
Pero X no entraba en
razón y lejos de callarse, gritaba más.
Entonces, el hijo del
portero, sacó pecho, irguió
los hombros hacia atrás y mientras estiraba la cabeza hacia adelante, le
decía:
.- “Mira X. deja de
tocarme los cojones, porque como sigas con el tema te voy a partir la cara, ¡gilipolllas!.
Si lo que tienes que hacer es callarte ¿por qué no te callas de una puta vez?.
Además no me calientes …… ¡no me calientes!, porque como sigas así, voy a
empezar a largar ¿sabes?. Sí…sí… a largar…. que tú sabes bien…. que yo sé muchas cosas que si
las dijera…., así que más
te vale que te quedes c a l l a d i t o de una vez y me dejes en paz”. Y tocándose los labios con el
índice se marchó farfullando.
Nadie del grupo tenía ni
idea del sentido de aquellas palabras. Sin embargo, como la vida es una cotorra
a la que le encanta destapar trapos sucios y divulgarlos, al año siguiente supimos
a qué se refería el hijo del portero.
Bueno…., saberlo…
saberlo, a ciencia cierta no lo sabemos, pero resulta que un buen día, el
portero nuevo, va y nos dice:
.-¿Ustedes saben qué
pasa con el cloro que nos llama gente de diferentes urbanizaciones del pueblo y
nos preguntan cuándo les vamos a llevar el cloro porque quieren abrir las
piscinas y no se lo hemos llevado?. Como les preguntamos qué cloro hay que
llevarles nos dicen que el mismo de todos los años y que si no se lo llevamos
nosotros que les digamos cuando pueden venir ellos a recogerlo. Y claro, no
sabemos a qué se refieren ni qué hacer.
Dos años después,
vinieron otros porteros y en verano nos contaron la misma historia. Han pasado
9 años y de vez en cuando, aún llama gente para que les sirvamos el cloro.
Un cloro que desde el
comienzo de la urbanización estuvimos pagando los vecinos, y que, tal vez
presuntamente, fuera el
limpio negocio ¿de ......?.
CONSECUENCIAS
A partir de entonces, no se volvió a comprar
cloro suelto.
El agua todos los veranos está limpia. Nadie se
ha intoxicado y desde hace unos años, realiza el mantenimiento la misma
empresa a la que se contrata el socorrista.